Descripción
Durante la época de la ley seca, los gángsters se hicieron ricos a costa de nuestros vicios, y la rivalidad entre bandas de criminales resultó en una guerra abierta. Lo que las masas ignoran es que, en la oscuridad, un poder aún más siniestro controlaba los cárteles del crimen, y se servía de la avaricia, la gula, la lujuria y muchos otros pecados para financiar un tráfico mucho más lucrativo: el de almas humanas. La larga disputa entre dos de las familias de demonios (sí, habéis oído bien, demonios) que controlan el negocio está a punto de llegar a su fin gracias a un trato con el que se repartirán el pastel. Pero antes de que pueda rubricarse el pacto, el contable que ha mediado en las conversaciones desaparece. Secuestrado. Eddie es un detective atormentado. Un mafioso le ha robado a su chica. Tiene una facilidad tremenda para meterse en problemas y sin embargo soluciona de maravilla los de los demonios. Es humano, pero tiene una peculiaridad única: en algún momento vendió su alma y no puede morir. Cualquiera que toque su cadáver irá directamente al infierno, sin pasar por casilla alguna, y cederá nuevamente un lugar entre los vivos al bueno de Eddie... porque a veces la gente se empeña en no dejar descansar a los muertos. Big Al, el cabecilla de los Aligheri, una de las familias interesadas en cerrar el trato, le encarga a Eddie que encuentre al contable antes de que todo empiece a salirse de quicio: si el libro maestro -en el que llevaba la contabilidad de almas humanas- cae en manos equivocadas y se descifra, el poder de los salidos del infierno puede disolverse con un par de simples hechizos. De modo que ya tenemos a nuestro hombre en medio de una trama de secuestros, asesinatos y maldiciones. Y las cosas podrían ser mucho más fáciles si Eddie consiguiera, de una vez por todas, que dejen de matarlo. Es su maldición... pero las hay mucho peores en este mundo enloquecido y oscuro.
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